Muchos grandes presidentes han visitado Granada y han indicado el maravilloso atardecer que allí se produce.
Pues nada tiene que envidiar al de Valoria de Alcor, visto desde la ermita. El sol deja paso a la noche escondiéndose en el horizonte, salvaguardado por las nubes, como un manto, que quiere alargar el día un poco más y se va rompiendo al paso del cuerpo celeste.
Los colores fluyen y se producen escenas típicas del mejor de los cuadros.
Si no lo has vivido, en la foto te lo puedes imaginar.
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